Una de las curiosidades de nuestro pueblo, es sin duda, la ubicación de un púlpito, empotrado en el muro hacia el exterior y adosado a la fachada de una casa situada frente a la iglesia, configurando una realidad poco habitual en insólita disposición.

Construido en el s. XVIII, dentro ya de las tendencias barrocas. La pieza es circular y de granito, con base amensulada, que sobresale del plano vertical, apoyando sobre una columna que descansa en un cuerpo de fábrica también circular. Por detrás se sitúa una hornacina abierta en el muro, con venera superior. El púlpito carece de acceso, si bien pueden observarse marcas de lo que en su día pudo constituir una escalera de comunicación de subida.

Su utilización primitiva no está clara ni cuenta en los archivos, lo que pudiera explicar su disposición por razones ornamentales de carácter popular más que utilitaria. Pero durante la época de la posguerra y hasta bien entrado los años 60, se utilizó en Semana Santa para escenificar la pasión de Cristo, y desde él ,cantaba La Buena Mujer y se recreaba el encuentro con su Madre y María Magdalena.

Nuestro entrañable y enigmático pulpito ha sido mudo testigo del paso de muchas generaciones de santaneros que le hemos querido y respetado por ser una seña de identidad en nuestras vidas. Hoy no tiene ninguna utilidad, pero si nuestro respeto y cariño.

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